Los mejores diálogos y frases de Entre Tinieblas. Entre
Tinieblas es una película del director y guionista Pedro Almodóvar de
1983. Este trabajo se adentra en el mundo de la religión y de su
relación con la realidad en la rápidamente cambiante España de los años
80. Cristina Sánchez Pascual da vida a Yolanda, una atista con problemas
de amorosos y de drogadición, Julieta Serrano es la peculiar Madre
Superiora que conduce el convento con unas técnicas muy particulares,
Chus Lampreave como Sor Rata de callejón, Marisa Paredes como Sor
Estiercol, Carmen Maura es Sor Perdida Lina Canalejas interpreta a Sor
Víbora, Mary Carrillo es la marquesa viuda aprendiz de esteticién y
Cecilia Roth es Merche, una malhadada joven que nos permite comprender
mejor la personalidad de la madre superiora y lo que podría llegar a
sucederle a Yolanda si continúa su camino que le lleva indefectiblemente
a la autodestrucción.
-¿Y cómo van sus clases de esteticién?
-Muy bien, puede juzgarlo por mi cara.
-Pero es que los tiempos han cambiado mucho, la vida ya no es la misma
-Anda,
mira. Eso son fantasías de monja. Qué estáis locas, porque como no
pisáis la calle os pensáis que en la calle pasan cosas. En la calle no
pasa nada. Todo, todo, todo, todo sigue exactamente igual que cuando tú
entrastes aquí,
"Además
del apostolado, una de las bases de nuestra comunidad es la
mortificación y la humillación. Por eso llevamos nombres que te
parecerán estrambóticos: Sor Estiércol, Sor Rata de Callejón, Sor
Perdida y Sor Víbora. El hombre no se salvará hasta que no comprenda que
es el ser más despreciable de la creación".
Para
mí esta tarta es como comulgar. Se me apareció Jesús mientras la hacía
chorreando sirope y me ofreció sus llagas para comulgar, como si fuera
una golondrina
-¡Tartas milagrosas hechas con el cuerpo y la sangre de Cristo!
-No diga eso que nos van a tomar por locas
-Hay
una gran belleza en el deterioro físico. Cuando era niña soñaba con
tener ojeras. No lo conseguía nunca porque siempre estaba muy rellenita.
Pero cuando estaba enferma me pasaba el día mirándome al espejo,
encantada.
-Pues a mí de pequeña me llamaban moquito porque tenía muy mal color de cara.
Hay tantas clases de besos como clases de amor. El beso sobre la frente, paternal. El beso sobre los ojos, lleno de paz. El beso sobre la nariz, algo gracioso. El beso sobre la mejilla, amistoso. Todos ello algo anodinos, pero que sirven de tentadora invitación a otros más pérfidos como el indiscreto beso en la garganta, o el arrullador beso en el oído, semejante a la confidencia de un secreto. Y existe, por fin, el beso en los labios. Un beso no compromete a nada, piensan las alocadas, tal vez si eres fría como hiela y si tu compañero poco fogoso te deja escapar fácilmente de sus brazos. Pero si el beso te ha conmovido deliciosamente, ten en cuenta que a él le cnmueva más imperiosamente que a ti, y despierta toda la fuerza de su deseo. No des un beso, amiga mía, más que con la alianza en el dedo. Es un recatado consejo que canta en Fausto el mismo Diablo.